Unas anteojeras a
manera de dos círculos o en ocasiones de un ocho acostado, o símbolo del
infinito que cubren sus ojos, hechos por las dos serpientes que descendiendo y
trenzándose forman la nariz; y sus cabezas al juntarse hacen la boca, siendo en
realidad, de las mismas serpientes los colmillos y lengua bífida tan
característicos de este dios.
Los círculos que
cubren sus ojos, son la representación de los ojos del padre interno que todo
lo ve, pues a nuestro Ser interior no se le escapa ninguna de nuestras acciones,
ni siquiera algún pensamiento o emoción.
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