Sacrificios



La caída o ausencia de la lluvia en una sociedad que vivía fundamentalmente de la agricultura era una cuestión de vida o muerte, y no es de extrañar que su culto fuese de los más extendidos. Su importancia (así como la de su hijo) que en la ciudad de Tenochtitlan, en el Templo Mayor, hay dos capillas, una al norte para el culto a Tláloc y otra al sur dedicada a las ceremonias en honor a Huitzilopochtli. Como otros dioses de la Mitología azteca Tláloc era honrado por los creyentes con sacrificios de varias clases, ya fuera mediante ofrendas de comida o sacrificios de animales y personas.
Una fiesta anual llamada Huey Tozoztli se realizó en la cima del Monte Tlaloc y coincidió con la fecha de mayor temperatura anual, que usualmente ocurría en abril, justo antes del comienzo de la estación lluviosa. Los gobernantes y elites de Tenochtitlan y estados cercanos, como Xochimilco, Tlaxcala y Tlacopan, también fueron citados por haberse unido a la fiesta.
Otra ceremonia que tuvo lugar en la cima del Monte Tlaloc fue Atlachualo, que se celebró desde mediados de febrero hasta principios de marzo. Esta ceremonia incluyó el sacrificio de niños vestidos como “dioses” y llevados a la cima de la montaña y se les quitó el corazón con fines ceremoniales.
Se alentó a los niños a llorar porque sus lágrimas simbolizaban abundantes lluvias y si no lloraban solos en el camino al recinto, se citaba que sus uñas se habían retirado para incitar a las lágrimas. El objetivo principal de estas ofrendas era complacer a Tlaloc y Tlaloque para garantizar la lluvia para la temporada de lluvias, por lo tanto, las dos ceremonias anteriores se produjeron unos meses antes de la temporada de lluvias del verano.



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