Una de las
culturas mesoamericanas mejor conocida y estudiada es la mexica, gracias a la
incansable labor evangelizadora de los primeros frailes. Entre ellos destaca
fray Bernardino de Sahagún, que en su transcripción al español del Códice
Florentino creó la obra Historia General de las Cosas de la Nueva España
(2002); en ella encontramos interesantes referencias a nuestro tema: “Este dios
llamado Tláloc Tlamacazqui, era el dios de las lluvias. Se creía que él daba
las lluvias para que se regaran la tierra, mediante en la cual crecían todas
las plantas y cultivos”.
Dentro del
calendario de fiestas, sabemos que el tercer mes estaba dedicado a Tláloc y tenía
por nombre Tozoztontli —cuyo significado equivaldría a “pequeña velada”— e
iniciaba aproximadamente a mediados de marzo. En dichas celebraciones se
sacrificaban niños en los cerros.
Al sexto mes se
le llamaba Etzacualiztli, que podría traducirse como “comida de maíz y frijol”.
Se ubicaba a fines de mayo y primera mitad de junio y estaba también dedicado a
Tláloc y a los tlaloques, ayudantes de la deidad. En ese periodo se iniciaba la
temporada de lluvias y el fin de la cosecha de regadío en la Gran Tenochtitlan.
Este momento de transición era aprovechado para hacer descansar ritualmente los
aprestos agrícolas. También se sacrificaba a los cautivos disfrazados de
tlaloques y era tiempo de ayuno para los sacerdotes.
Al decimosexto
mes se le otorgó el nombre de Atemoztli o “bajada del agua”, el cual
transcurría en diciembre y era aprovechado para pedir por la llegada de las
lluvias. Esta celebración era particularmente interesante, ya que aparte de los
ritos oficiales realizados por los sacerdotes, la gente común participaba
creando con masa las figuras de los cerros, como generadores de aguas, y
ofrendaban también alimentos y pulque. Es importante señalar la presencia de
entidades afines a Tláloc, como Chalchiuhtlicue, “la de la falda de jade”,
diosa de las aguas terrestres. Durante el primer mes del año —llamado
Atlcahualo o “aguas abandonadas” y que iniciaba a mediados de febrero y
terminaba a principios de marzo— se celebraba una gran fiesta en su honor.
También era considerada hermana de los tlaloques, quienes estaban en las cuatro
esquinas del universo, sosteniendo jarros con los diferentes tipos de lluvia y
se relacionaban con las montañas que rodeaban la Cuenca de México.
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