A los tlaloques se les personifica
como una especie de duendes, o niños no mayores de ocho años, que estaban en
los montes y cerros donde había agua.
Los tlaloques
ayudaron a Quetzalcóatl a alimentar a los seres humanos,
pues le robaron al dios Nanáhuatl el maíz y le dieron distintos colores:
blanco, obscuro, amarillo y rojo. También robaron frijoles y chía.
Los tlaloques tienen
listos sus jarros llenos de lluvia y los dejan caer según se necesita en la
tierra: para asegurar cosechas prósperas, para hacer tormentas o generar
heladas.
Pero a veces los tlaloques también
son torpes, y chocan sus vasijas por accidente. Así generan los truenos. Cuando
los rompen aparecen los rayos.
Los tlaloques eran ayudados por
los ahuaque y los ehecatotontin, almas de aquellos que habían muerto a causa de
accidentes relacionados con el agua.
Los tlaloques son cuatro, y cada
uno atiende distinto punto cardinal:
1.
Opochtli, ‘el zurdo’, distribuye las lluvias hacia el Norte.Además, él inventó las redes de las pesca y el minacachalli, un
instrumento que se usaba en Mesoamérica para matar peces
2.
Nappatecuhtli, ‘el cuatro veces señor’, crea las lluvias del Este.También se hizo fama por inventar la forma de hacer esteras de caña,
maíz y otros materiales.
3.
Yauhqueme, el ‘vestido de pericón’ es responsable de que llueva en el
Oeste y es el dueño del maíz amarillo.
4.
Tomiyauhtecuhtli, ‘el señor de nuestras espigas’, hace que llueva en el
Sur. También es el dios de las gramíneas.
A los tlaloques se les
adoraba en el mes Atlacahualo, en la misma fecha que ahora celebramos a la
Virgen de la Candelaria (es decir, el 2 de
febrero). Entonces se sacrificaban niños lactantes, que debían tener un
remolino en el pelo. El sacrificio se hacía en los cerros de Tepetzingo
(Morelos) y Tepepulco (Hidalgo), y la laguna Pantitlan, al oriente de la actual
Ciudad de México.
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